Autor: Miguel Calvo Soto
"Del botellón y de lo que se hace con la botella, tienen la culpa la escuela", simplifican algunos. Se achaca a la educación la mayoría de los males sociales. Por extensión, se culpa a la escuela, a la enseñanza reglada, de esa mala educación que origina tantas desgracias.. Muchas personas, tengan el cargo que tengan, de cualquier profesión, independientemente de su formación y su experiencia, hablan y sentencian de educación, sólo hay que ver la televisión, escuchar, la radio, leer la prensa, entrar en cualquier establecimiento o estar atentos a cualquier conversación en la calle. ¡Cuántos tertulianos y articulistas, muchos de renombrado prestigio, critican y ponderan la educación actual, cuando su única experiencia escolar la vivieron de alumnos y basan su conocimiento actual en unas pocas lecturas y opiniones poco contrastada! Sin embargo, conozco pocas declaraciones de individuos o instituciones que asuman responsabilidades educativas, incluso aquellas que oficialmente las tienen: familias, centros educativos, administraciones educativas y políticas, echan balones fuera, desviando responsabilidades hacia las otras instituciones: la escuela a la familia, la familia a los maestros,…
¿Ha cambiado la educación?. Efectivamente, mucho. Cómo tratan las familias a sus hijas e hijos, cómo contempla la sociedad a sus habitantes más pequeños, cómo utiliza a los menores el mundo empresarial y publicitario, cómo lo hacen los medios de comunicación,… y ¿los centros educativos?.
También han cambiado. Lo que ha cambiado de los centros educativos, fundamentalmente, está en la cantidad, el tamaño y la variedad. Los centros tienen a la juventud más tiempo: entran más jóvenes y se van más mayores. A todo el alumnado, al menos en los centros públicos (recordemos que hasta hace bien poco sólo unos pocos podían llegar a los institutos y el resto tenía una educación asistencial). Además, el fenómeno de la inmigración ha aumentado la diversidad del alumnado. El resto de la realidad escolar ha cambiado muy poco, con el agravante de que el entorno sí ha cambiado mucho y rápidamente. La escuela no se ha adaptado a esos cambios, tanto los internos como los externos, y ha generado un mundo paralelo que se rige por normas distintas del resto de su ámbito, bastante hostil, por cierto, con la institución educativa y que no da soluciones a los problemas que tiene planteados. Conviene caer en cuenta, que la escuela contaba con un importante apoyo social, con normas, valores y procedimientos compartidos con el resto de la sociedad, cosa que no ocurre hoy.
Culpar sólo a la escuela, a las nuevas leyes, a la aplicación de las reforma educativas, de la situación, resulta cuando menos exagerado. Reducir el problema al tuteo en las aulas parece irresponsable. (No hay personas que haya respetado más en la vida que a mis padres y siempre los tuteé). Responsabilidades educativas tiene toda la sociedad, las familias, los centros educativos, las administraciones educativas y políticas, los medios de comunicación (en demasiadas ocasiones no se limitan a contar las noticias, deciden qué se convierte en noticia, incluso, a veces, generan directamente la noticia), las distintas asociaciones,…cualquier adulto tiene responsabilidades educativas, porque queriéndolo o no, funcionamos de modelo frente a los jóvenes, ya que aprenden por imitación. Hasta que no rememos en la misma dirección resultará muy difícil llegar a puerto, mucho más si tenemos la barca en medio del desierto.
¿Qué resulta imposible? Demasiada gente, muchas instituciones, múltiples intereses,… empresa enorme. Recordemos que lo grande puede hacerse pequeño. Sabemos que existen experiencias donde familias, profes, ayuntamiento, asociaciones, voluntarios, administraciones,… consiguen buenos resultados y van camino hacia un horizonte más diáfano y clarificador, proyectos educativos de reconocido prestigio y que están teniendo éxito. Que están en pequeñas localidades, que son experiencias reducidas, que con poca gente, … ¿No estará allí la solución? A lo mejor hace falta encargar la educación a pequeñas estructuras educativas, de dimensiones humanas, abarcables, con responsabilidad compartida en todo el entorno y conectadas con el mundo del que se siente parte.
Menos palabras grandilocuente, menos medidas espectaculares, menos recursos fastuosos, menos repartir culpas y más arrimar el hombro, desde la humildad y grandeza del trabajo artesanal.
Información extraida de http://www.educacionenvalores.org/spip.php?article2469
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